Época: El Imperio Bizantino
Inicio: Año 825
Fin: Año 1050

Antecedente:
El Imperio Bizantino



Comentario

Dentro del espíritu peculiar, muy tradicionalista, del Imperio y la Iglesia bizantinos hay que entender la nueva edad de oro cultural que se desarrolla desde el siglo IX. Se ha señalado el apoyo que prestaron algunas novedades relativas a la escritura y a la materia escriptoria que tienen su paralelo en el mundo occidental, aunque parecen más precoces en Bizancio: la principal es el uso de la letra minúscula, que se generaliza en los siglos IX y X sustituyendo a la uncial: era más leíble, rápida de hacer y económica, de modo que causó una revolución comparable, guardando las distancias, a la de la imprenta siglos después, por cuanto facilitó la difusión cultural. Al mismo tiempo, dejó de utilizarse el papiro, en favor del pergamino y, desde el siglo XI, del papel, aunque se conocía éste desde el IX gracias a su introducción en el mundo mediterráneo por los musulmanes: así fue más sencilla la sustitución definitiva de los antiguos rollos o volumina por la nueva forma de presentación del escrito en forma de libro o codex, más fácil tanto para la copia como para el posterior manejo. Los talleres de copia o scriptoria de los monasterios que seguían la reforma y el modelo introducidos por Teodoro en el de San Juan Stoudios de Constantinopla, produjeron numerosas copias y formaron a muchos de los intelectuales que participarían en el renacimiento cultural.
La primera gran figura es la de León el Filósofo o el Matemático (m. 869), que vivió en Constantinopla aunque fue metropolitano de Tesalónica unos años, entre el 840 y el 843. Su fama se debe, también, a aplicaciones prácticas como el telégrafo óptico que instaló entre la frontera con el califato abbasí, en Tarso, y Constantinopla, que permitía tener noticia en una hora de cualquier invasión o movimiento enemigo. Fue el primer director de la nueva escuela superior instalada por el César Bardas en el palacio de la Magnaura, donde se enseñaba filosofía, gramática y retórica, aritmética, geometría y astronomía. El mismo León compiló obras principales de matemáticos, geómetras y astrónomos de la época clásica: él, como muchos de sus sucesores, tuvo mayor capacidad enciclopédica que creadora, por lo que parece.

La figura de Focio, patriarca de Constantinopla entre 858 y 867 y de nuevo entre 878 y 886 ha de ser considerada aquí en su aspecto intelectual, iniciado desde su juventud hasta alcanzar el rango funcionarial máximo de canciller imperial o protoasekretis, antes de ser elevado al patriarcado. A él se debe un "Léxico" de carácter más práctico que erudito, hecho para uso didáctico, y una "Biblioteca" o noticia de 269 obras, fruto de largas lecturas que Focio hizo en sus años de juventud y que muestran la continuidad de la tradición cultural griega. En la siguiente generación, Aréthas de Patras (m. 932), obispo de Cesarea, realizaría la copia y el comentario de todas las obras conocidas de Platón y Aristóteles, de Dión Chrisóstomo y otros autores.

En el siglo X, la enseñanza de gramática y retórica, para uso de funcionarios imperiales y de clérigos, era ya mucho más frecuente, así como los estudios jurídico-prácticos en un nivel superior en escuelas privadas. Se daban así las condiciones para el desarrollo de una cultura enciclopédica destinada sólo a la formación y el reclutamiento de la clase dirigente. Su mejor expresión son las obras debidas o inspiradas por el emperador Constantino VII a mediados de siglo: su vida del emperador Basilio, fundador de la dinastía macedónica, los "Eklogai" o fragmentos seleccionados de diversos autores, divididos en 53 secciones que abarcaban numerosos aspectos éticos y políticos, hoy perdidos casi todos, y su descripción del Imperio en tres aspectos o libros: Sobre las ceremonias, sobre la manera de administrar el Imperio, sobre los themas. Constantino muestra cómo el orden ceremonial del Imperio pretende mostrar su armonía y correspondencia con el orden divino del cosmos. En otra enciclopedia dedicada a este emperador, las "Geoponika", donde se trata de todo lo relativo al mundo rural, se le atribuye la idea de que el orden político comprende tres partes: "strateian te kai ierosynen kai georgian"; conviene señalar que esta visión tripartita o trifuncional es bastante anterior a la que se expresará en el mundo occidental. Acaso las "Geoponika" eran parte de una trilogía de enciclopedias y se proyectaron otras dos para la religión y la milicia. El enciclopedismo alcanza bajo la inspiración de Constantino a la medicina (Iatrika), a la veterinaria (Hippiatrica), y a la depuración y mejora del gran corpus jurídico de León VI, las "Basílicas", que fueron concebidas también con el mismo espíritu acumulativo.

La culminación del enciclopedismo vulgarizado fueron los léxicos alfabéticos breves. Los más conocidos, el "Etymologikon mega" y la "Souda", que llegó a ser, en frase de Lemerle, "el diccionario bizantino por excelencia", muestra de un enciclopedismo que despieza y vacía de su alma a las obras originales, en un afán recopilador ajeno al contacto con la realidad viva y a toda idea de cambio: "en un régimen y una civilización teocráticas, el cambio es, más que un peligro, una falta; innovar es turbar el orden providencial". Pero, al menos, aquel ingente esfuerzo, al no condenar el pasado helénico, lo salvó del olvido, contribuyó a conservar y transmitir un patrimonio cultural tan eficazmente como las traducciones del griego al árabe lo habían conseguido algo antes, en el siglo IX.

Durante la primera mitad del XI continuó aquel impulso. Juan Mavropus estableció hacia 1028 una escuela superior privada en Constantinopla, donde enseñaron algunos de sus discípulos como Nicetas el gramático o Miguel Psellós. Psellós, cronista imperial y, a la vez, filósofo conocedor de Platón, fue una figura intelectual de gran categoría pero no tuvo continuadores, como tampoco se consolidó la iniciativa de Constantino IX que creó en el año 1045 un nuevo centro de estudios superiores filosóficos y jurídicos en palacio -el de la Magnaura había desaparecido a fines del siglo X- y dotó plazas fijas de profesorado, bolsas de estudio y bibliotecas.